No es un estudio. No es una librería. Es simplemente un cuarto, una habitación. Allí pusieron dos escritorios: uno al lado de la ventana que está frente a la puerta. El otro, el escritorio de Lina, está en diagonal a éste, en la pared que une el clóset y la pared de la ventana. Hay también un sofá, pequeño, de un color claro que podría llamarse caqui. El sofá está recargado en la pared que enfrenta el escritorio de Lina. El sofá es lo primero que se ve en ese cuarto, se alcanza a ver a través de la puerta y eso le da al cuarto un ambiente de estudio incluso desde afuera.
Todos los libros están en el armario. Algunos están en los estantes que venían con la casa y otros en estantes que compraron en Ikea. Estantes baratos cuya única funcionalidad es sostener las novelas, libros de cuentos y poemas, y uno que otro libro de filosofía o psicología o algún manual que nunca abren.
Edo está allí, frente a los libros, leyendo títulos y sacando uno que otro libro para ojearlo y leer los primeros párrafos. Si el párrafo no lo convencía, el libro regresaba al estante. Si el párrafo le llamaba la atención, el libro iba a parar en el escritorio de Lina, el cual quedaba más cerca.
Tres libros fueron seleccionados. Ahora tenía que elegir entre ellos. Se sentó entonces en el escritorio de Lina y comenzó su segundo proceso de selección. Cogió la novela que había quedado encima de la pila y comenzó a leer. Era una novela que había comprado la última vez que había ido a la librería Lerner. No conocía el autor, pero el título le había llamado la atención y la reseña en la parte de atrás del libro le había gustado. Aquella primera página estaba interesante, pero quería revisar los otros dos libros antes de tomar una decisión. Dejó el libro al lado izquierdo de la pila, sobre unos papeles donde reconoció los apuntes de edición de Lina. De casualidad leyó el título: El método snowflake para diseñar una novelas. ¿Sería un documento que estaba editando para la empresa editorial en la que trabajaba Lina? No, era poco probable: Lina nunca traía trabajo a la casa. Tenía que ser parte de su deseo de escribir una novela. Lina aun seguía en su idea de escribir una novela. No era para sorprenderse. Lina era bastante persistente. Ella escribiría la novela, pensó Edo. ¿Pero por qué recurría a un método en vez de preguntarle a él? ¿Acaso ya no lo consideraba un escritor? Bueno, llevaba dos o tres semanas sin escribir. ¡Dos o tres semanas! Y la verdad, últimamente el impulso de sentarse a escribir no era muy fuerte. No era que no sintiera ese impulso. Era que ahora sentarse a escribir se había convertido en una lucha. No podía evitar la ansiedad que sentía al no avanzar en sus ideas.
Miró de nuevo los papeles. El método snowflake. Leyó de nuevo el título, sacó su celular y buscó en Internet. La primera entrada en el resultado lo llevo a la página original: Advance fiction writing. El autor: Randy Ingermanson. Leyó un poco antes de cerrar el navegador y guardar el celular en su bolsillo. Quizá era mejor olvidarse de aquello y regresar a su tarea inicial: buscar el siguiente libro que leería. Edo abrió el siguiente libro: Natalie, y comenzó a leer.
Cuando estaba estudiando en la Universidad de Auckland escuché la noticia del asesinato de un hombre. Éste había sido asesinado por una enfermera que posteriormente se suicidó. Escuché la noticia mientras estaba desayunando cereal y leche en una casa que compartía con una familia de neozelandeses. La historia me interesó bastante. En aquellos días estaba por terminar mi maestría en traducción y estaba buscando desesperadamente un tema para una novela.
¿Lina estaba traduciendo ese método al español? Natalie cayó de nuevo a la pila de libros y los ojos de Edo buscaron el primer párrafo del documento que Lina estaba editando.
Escribir una novela es fácil. Escribir una buena novela es difícil. Así es la vida. Si fuera fácil, todos estaríamos escribiendo novelas populares y ganadoras de premios.
Si, era una traducción. ¿De Lina? ¿Del trabajo? No era del trabajo. Sería demasiada coincidencia. Tenía que ser una traducción de Lina. Pero por qué buscar un método de esos en vez de preguntarle a él. Él no tenía un método. Edo no creía que la literatura debería ser escrita con formulas. Lina lo sabía. Quizá por eso no le había dicho nada de aquello. Pero se lo hubiera podido comentar. Las dudas regresaron y para espantarlas, abrió de nuevo Natalie
Siempre he querido ser escritor. Desde muy pequeño me ha gustado escribir y cuando he tenido que pensar en una carrera, en qué hacer en la vida, siempre he pensado en ser escritor. Estudié traducción un poco por miedo. Quería tener algo que fuera más práctico y poder así ganar dinero. Pero después de dos años de estudios supe que tenía que dedicarme a la escritura.
¡Un método! Quién podía escribir buena literatura con un método. No es que Edo creyera en la inspiración. No. Él sabía que la escritura necesita práctica como cualquier otra habilidad. Creía en ejercicios de escritura y en hacer ejercicios para expandir la imaginación. Pero usar un método para estructurar una novela le parecía que iba en contra de la creatividad. Miremos a ver que es todo esto, se dijo:
La buena ficción no sucede simplemente, está diseñada. Se puede realizar el diseño antes o después de escribir la novela. Yo lo he hecho de las dos formas y creo fuertemente que hacerlo antes ofrece mejores resultados. El diseño es difícil, por eso es importante encontrar principios de diseño en una etapa inicial. Este artículo ofrece una metáfora poderosa para guiar su diseño.
Eso era cierto. Edo perdía bastante tiempo tratando de estructurar las novelas que trataba de escribir. Quizá este método fuera útil, pero solo servía para escribir novelas simples, novelas con una sola linea narrativa y un solo personaje principal. ¿Acaso escritores como Vargas Llosa o Ishiguro usaban un método para escribir semejantes obras maestras? ¿Cómo podrían usar un método como éste para crear todas las lineas narrativas de, por ejemplo, La casa verde?
Yo digo que es así como se diseña una novela — se comienza con algo pequeño, luego se construyen capas encima hasta que parezca una historia. Parte de este proceso es trabajo creativo y yo no puedo enseñar eso. No aquí de todas formas. Pero parte del trabajo es manejar la creatividad — organizarla en una novela bien estructurada. Esto es lo que quiero enseñar acá.
Quizá podría utilizar algunas cosas para desarrollar sus personajes. Era una de las cosas que más le frustraba al escribir una novela: sus personajes eran simples. No tenían ninguna profundidad. Quizá pensándolos mejor, podría volver a escribir.
Volver a escribir.
Volver a escribir. Pensó de nuevo. Él era un escritor: tenía que volver a escribir. Quizá Lina ya no lo viera así. Quizá Lina ya no lo consideraba un escritor y por eso no le había dicho nada sobre esta traducción. Pero él era un escritor y volvería a escribir, pensó mientras se levantaba de la silla y dejaba dos de los libros en el estante. Él era un escritor y tenía que escribir, pensó mientras cogía a Natalie en su mano derecha y salia de la habitación.
Él tenía que escribir.