Lina ya estaba en la cocina cuando Edo entró. Ella estaba frente a la estufa, donde había una sartén con dos huevos que parecían dos ridículos ojos. Lina preparaba otra sartén, miraba que estuviera lo suficientemente caliente antes de poner los pedazos de tocino que tenía en la mano.
Edo se paró al lado de ella. La vio cocinar por uno o dos segundos antes de reaccionar y moverse para preparar los platos. Sacó dos pocillos, dos platos, dos tenedores y una bandeja. Puso los dos pocillos al lado de la cafetera que apenas terminaba de preparar el café. Llenó los pocillos y los dejó sobre la mesa que tenían en la cocina. Luego dejó los platos al lado de Lina. Ella puso los huevos y el tocino en ellos y también los puso en la mesa. La bandeja era para el pan que Edo sacó de otra repisa.
Apenas se sentaron a comer, Edo lo propuso. Le dijo a Lina que quería que ella y él construyeran un modelo para armar una novela. Lina lo miró, sonrió, pero no respondió. Edo no esperaba una respuesta. Edo quería contarle lo que había estado sintiendo en aquellos últimos meses. Así que, entre bocado y bocado, Edo le contó a Lina sobre su incapacidad para escribir. Le contó sobre su libro de cuentos, le contó sobre la fallida novela que quiso escribir durante NaNoWriMo, incluso le contó su intención de llevar un diario. Le contó lo difícil que era sentarse y comenzar a escribir. Y le contó lo mucho que admiraba Dos. ¿Cómo la había escrito?
Lina sonreía. Escuchaba y sonreía. Comía, escuchaba y sonreía. Ella tenía bastantes notas que había tomado a lo largo de la escritura de Dos. No las había ordenado, pero había pensado hacerlo en aquel mes que pensaba alejarse de Dos. La idea general estaba en su mente. Era una versión mejorada del plan que había seguido para escribir su novela. Hizo una pausa, que pareció dramática, para tomar un sorbo de café. Cuando el pocillo tocó la mesa y su mano abandonó el pocillo, Lina continuó. NaNoWriMo y el método snowflake habían sido unos buenos puntos de partida. Gracias al reto, Lina había dividido todo el viaje en tres grandes etapas:
- planeación,
- escritura y
- edición.
La planeación le había tomado parte del mes de octubre. Quizá hubiera sido más larga pero, para Dos, ya había muchas cosas en su mente. La escritura le había tomado otro mes. Casi todo noviembre. Para la edición pensaba usar tres meses o más iniciando desde Enero.
Los platos en la mesa estaban vacíos. Los pocillos también estaban sin café. La bandeja ya no tenía panes. Mientras escuchaba, Edo apiló los platos encima de la bandeja. Los pocillos los agrupó al lado de aquel montón y aprovechó un silencio para dejar todo al lado del lavaplatos. Vio la cafetera que aun tenía café y volvió a verter el café en los pocillos. Apagó la cafetera y regresó con los pocillos a sentarse en la mesa. Puso un pocillo frente a Lina; el otro frente a él. Ahora que lo pensaba, Lina no tenía mucha idea de cómo había organizado cada uno de los pasos. Para la planeación había utilizado bastante el método snowflake. Eso le había ayudado a escribir la lista de escenas y a desarrollar a sus personajes. Pero pensaba que deberían cambiar muchos de los pasos. Miró a Edo porque ya se imaginaba que su siguiente proyecto sería con él, junto a él. Respondió su sonrisa y continuó.
—Después de tener el borrador hay que pulirlo —explicó—. El borrador es apenas el mármol con cierta forma. Aun hay que perfeccionar los detalles, mirar el todo y enfocarse en cada pedacito y regresar al todo de nuevo. Por eso no podría decir cuánto tiempo me tomará editar Dos.
Esta segunda taza de café había perdido sabor. Tenía un sabor, y aroma, a quemado. Aquella cafetera no servía para mantener el café caliente. Seguía cocinándolo y le hacía perder su aroma. Aun así, Edo se tomó el café. Lina no lo hizo. Apenas tomó un sorbo y lo dejó de lado.
—Es un buen punto de partida —dijo Edo—. Las tres etapas para escribir una novela: planeación, escritura y edición.